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Miguel Rodriguez Sepulveda

El machete, icono “para un clamor de justicia”. Arturo Jiménez.


El machete como centro, símbolo o pretexto para la reflexión en torno a la Revolución Mexicana –y en general a las protestas y movimientos sociales del país, como el de Atenco–, es lo que propone el artista Miguel Rodríguez Sepúlveda en su más reciente exposición, montada en el Ex Teresa Arte Actual.


Abierta al público para concluir el 29 de abril, la exposición Una historia de machetes consta de tres piezas: un video con las chispas del esmerilado persistente de tres de esas herramientas, su exhibición, ya deterioradas, y una escultura sonora con cien machetes colgantes.


La videoinstalación, a tres canales, se llama Concierto para tres machetes y sólo muestra los haces de luz del esmerilado, acción sonora que se llevó a cabo el 25 de noviembre del año pasado, también en el Ex Teresa.


Cada afilamiento siguió una partitura que traducía una palabra en clave Morse. Uno decía Viva, otro México y el tercero cabrones. Chirridos y luces que también referían a los fuegos de artificio de los festejos centenarios y bicentenarios de 2010.


La segunda pieza, los tres machetes ya deteriorados por el excesivo afilamiento, se llama precisamente ¡Viva México, cabrones! y busca que esas herramientas inutilizadas remitan al adormecimiento social.


La tercera es una escultura sonora, se llama Instrumento y consta de cien machetes colgados juntos de una estructura de metal con pequeños hilos, de modo que al ser movidos por el aire de un ventilador producen un sonido o golpeteo constante.


Mi trabajo lo he basado en los recientes ocho años en la ley que dice que la materia y la energía no se crean ni se destruyen, sino sólo se transforman, expresa en entrevista Rodríguez Sepúlveda, quien en 2007 talló monedas de oro y plata hasta borrar los símbolos ahí impresos.


Todo eso fue alrededor de los festejos del bicentenario de la Independencia, en torno a los ideales del proyecto de nación, cómo se ha trasformado el país y lo que hemos logrado en 200 años. El tallado era una metáfora, transformando las monedas en espejos de oro y plata.


Y el proyecto de los machetes continúa esa investigación, agrega, pero ahora con el tema de la Revolución Mexicana.


Tomo el machete como símbolo de herramienta del campo, pero también como un arma. Y afilarlo simboliza afinar la herramienta para el trabajo, pero también afinar el arma para tomar riendas en cualquier asunto, prepararse para un clamor de justicia.


Pero Rodríguez Sepúlveda llevó ese afilamiento hasta el absurdo de dejar esa herramienta y arma en la inutilidad.


Uso ese antes y ese después para repensar el proceso de los pasados 100 años, lo que hemos obtenido, también un poco escéptico de los movimientos sociales. No de lo que los mueve, sino de lo que se logra a pesar de las grandes manifestaciones.


O como escribe, contextualiza y sintetiza Bárbara Perea en una hoja obsequiada a los espectadores que deambulan por el recinto de Licenciado Verdad 8, Centro Histórico:


Los tan sonados y disonantes festejos bicentenarios, con sus monumentos a la corrupción y saldos rojos en el erario, tuvieron la contraparte en acciones y obras que señalaron el fracaso de México como proyecto de nación, a 200 años de su Independencia y a 100 de la Revolución.


Publicado en Periódico La Jornada Viernes 23 de marzo de 2012, p. 3 https://www.jornada.com.mx/2012/03/23/cultura/a03n1cul

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